martes, 24 de enero de 2012
Había una vez, una chica a la que le encantaba leer cuentos de hadas, cuentos dónde todo y absolutamente todo era posible, dónde existía amor, mucho amor, un mundo sin rencores, sin malas personas, asimismo, también soñaba con su príncipe, un príncipe perfecto, de cuento se podría decir, el heredero que siempre ella había soñado tener, que soñaba con tener un castillo, pero un castillo lleno de humildad, sin tonterías, sin las cosas que no le interesaba tener, y con el dueño que lo robó el corazón, esa cosa tan pequeña que bombeaba deprisa en su interior, y aún más deprisa cuando le veía, que creía en la magia, que creía en lo contingente, y nunca en lo improbable, creía que tenía su varita mágica, y todo podía cambiar, creía en miles de cuentos, historias y relatos que ella se encontraba por ahí, que soñaba con tener alas y volar, volar tan lejos que nadie la pudiera descubrir, hasta tenía una casita en las nubes, dónde cada vez que estaba dañada, allí se escondía, a reflexionar y pensar qué habría hecho ella de malo en su afligida y miseria vida, una chica que no quería crecer, hacerse mayor, que cuando era pequeña tenía pensamientos de mayor, y ahora que es mayor tiene pensamientos de una niña, porque ella lo desea así, y porque no le importa lo que la gente piense de ella.
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